
Millones de miradas tuyas clavándose en mi interior. Puertas sin llaves ni candados, cosas que simplemente nadie logrará entender.
Decís que en otro mundo todo sería diferente. Sonreís y me abrazas, a mi- única víctima de una caza sin retorno- y después del cuarto suspiro de sorpresa, volves a morir.
Me quedo evaporada en tu propia niebla.
Donde tu nombre choca contra los muros –reflejos de los que una vez fuí- y retumba en mi garganta sin dejarme digerirlo.
Millones de miradas tuyas, y sólo una lágrima para volver a repetir por décima vez:
Por favor.