La estupidez y sus límites

Tengo las manos entumecidas por el frío, pero me digo a mi misma que no me importa. El vapor se cuela por mi boca como si buscara escapar de mi, quizás yo también escaparía si pudiese.
El celular no vibra, no suena, nada. Lo miro cada dos minutos, como si tuviese algún tipo de tic irreversible.

Sé que no vas a venir. Sé que soy una estúpida, quizás todavía tengo la niñez y la esperanza metidas adentro mío. Sí, seguro es eso.
Prefiero mentirme a mi misma un poco más, solo un poco. Quizás lo suficiente como para seguirte esperando en las plazas vacías, con el pucho intacto en la mano, esperando que cuando llegues me lo prendas con tu encendedor.

Hoy se acabó, me digo. Ya no vuelvo más.  (Seguro la semana que viene la esperanza y la niñez me hacen un motín)

Es tu culpa, mi amor, vos me robaste la inocencia.

We are nothing

Tengo cansados los ojos, húmedos y enrojecidos. Tengo mi bici colgada esperando que me suba y recorra el mundo. Tengo una persona que me espera en casa y me dice "mi negra" cada vez que está de buen humor. Tengo un perro, un can bastante caprichoso que mueve la cola cada vez que le hablo. Tengo una cama, una almohada llena de sueños, un libro sobre la mesita de luz esperando a ser leído.
Tengo un mp3 sucumbido en mi morral, un celular inútil con el cual me encariñé, un cuaderno donde escribo incoherencias.
Tengo mis películas favoritas juntando polvo en mi cabeza, mis cd´s en un cajón, y el corazón latiendo con miedo dentro de mí. Te tengo a vos, latiendo al lado mío.

Todo eso. Todo eso tengo, para después darme cuenta de que en realidad, no tengo nada.