
No creo poder evitarlo, cada vez que te veo, que te nombran por un momento; no veo posible esconder ese sentimiento de extrañeza. No es que te extrañe, claro, pero si extraño lo que sentía. Estoy segura de que no era amor, pero si algo que se asemejaba con la sensación de hacer lo que querés. Cuando y donde querés
Éramos tan imbéciles. Imbéciles y libres.
Por eso, muy pocas veces, me tomo un tiempo para pensarte. Recordarte.
Todas esas sonrisas, besos escondidos y miradas que mataban.
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