
Te espero, como boluda, mirando el cielo. Te espero porque te necesito y sé que muy en el fondo vos me necesitas también.
Miro el reloj, que apenas deja girar la diminuta aguja, apuntando a cualquier hora. Que está roto, ya lo sé. Nunca se me ocurrió arreglarlo. Dejo escapar un suspiro. La tarde me llena de tus sonrisas contagiosas, y el viento trae los murmullos de tu voz. Murmullos que suenan en mis sueños y que no apagaría nunca.
Espero, hasta que cae la Luna impaciente, y por intuición, vuelvo a mirar el reloj.
Me parece que voy a tener que comprar uno nuevo, haber si mañana llegas puntual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario