
Mis dedos fríos palpando tu piel. El color de tus ojos. Tu forma de mirar, de reírte. La forma en que me tocás, como pronuncias mi nombre.
¿Que me estás haciendo?
Masividad, explotación, olor a humanidad, mierda capitalista.
Miles de personas caminando por la tierra sucia, gris. ¿Qué hicimos?
Me gustaría gritar, romper los contratos hipócritas con la virtualidad de la plata y la extraña necesidad que sentimos hacia ella.
Quisiera deshacerme de esta basura que me intoxica por dentro.
Y al final de todo es lo mismo,
La masa me consume de a poco.
El cuerpo se curva, mis muslos ronronean contra los tuyos. No es de noche, no es de día. Estamos en una especie de alba color violeta. Un crepúsculo que nos empalaga la boca.
Mis dedos se retuercen contra esta sensación parecida a la angustia. Una soledad que se encarnece ante vos.
El amor es un subibaja. A veces no puedo dejar de estar pendiente de la caída.
El sonido del hielo derritiéndose en mi garganta. Tu amor es agrio.
Éramos piel contra piel. El pecho me dolía contra el tuyo, las piernas yacían inquietas. Saliva con sabor a menta y labios hinchados.
¿Quién soy?
Conectamos con la noche, nuestra sangre corriendo sin sentido por nuestras venas, nuestros corazones latiendo sincronizados.
A veces duele quererte. Palpitás en mi estómago y te hundís en mi carne.
Sos tanto.
Tiene miedo.
Tenés que dejarla ser, ella sola va a abrir las alas.